Laura no era solo mi mejor amiga, era como una hermana para mí. Siempre llena de alegría y energía,
tenía esa forma tan especial de hacer que todo pareciera más sencillo y bonito. Desde pequeñas compartimos
secretos, risas y sueños, y nunca dejó de sorprenderme con su pasión por ayudar a los demás.
Tenía una sonrisa que contagiaba a cualquiera y una manera única de iluminar cualquier sitio al que llegaba.
Siempre estaba ahí, dispuesta a tender la mano y a recordarnos que la vida hay que vivirla con gratitud
y entusiasmo. Con ella aprendí a valorar los pequeños detalles: un paseo, una charla, una aventura improvisada…
porque todo con Laura se volvía especial.
Hoy me quedo con cada recuerdo, con cada instante que compartimos. Su luz, su bondad y su alegría siguen conmigo,
y sé que también con todos los que tuvimos la suerte de cruzarnos en su camino. Para mí, Laura será siempre
esa amiga que hizo mi vida más feliz y que nunca voy a dejar de llevar en el corazón.